Manuel Eduardo González se vale del arte como
proceso, en el cual la obra no resulta el producto final del pensamiento del
artista, sino una etapa intermedia, una detención temporal de un proceso de
pensamiento acaso interminable. Así, este artista, oriundo del estado Vargas,
desarrolla un trabajo investigativo y analítico en el cual los temas que le
interesan –historia, política, arquitectura, naturaleza y sociedad– se
entrelazan para ofrecer una reflexión crítica sobre las circunstancias
contemporáneas. A través de la fotografía, el collage, la escultura, las acciones,
el video y las instalaciones, González ha desarrollado un cuerpo de trabajo que
gravita entre la ironía y la desesperanza, y plantea el conocimiento como
instrumento de cambio social.
En la instalación propuesta para los espacios de la
Sala Mendoza, Levantamiento: Mirar al mar,
González recurre a un grupo de objetos y medios –mural, fotografía, video a dos
canales– para transportar al espectador a la costa venezolana del estado Vargas
y mostrar la situación de ruina de lo que en algún momento fueron las
emblemáticas torres del mirador del antiguo Hotel Miramar, en Macuto. Pero más
allá de una realidad arquitectónica, Levantamiento: Mirar al mar surge de una retórica del
momento actual donde la atención ya no se enfoca en la ruina de un pasado
glorioso, sino en un presente de indolencia.
Mural, fotografía y vídeo a dos canales
Medidas variables
Exposición Premio Eugenio Mendoza #15
Sala Mendoza, Caracas
26 enero - 10 mayo
En las paredes de la sala encontramos dos
imágenes del mismo lugar tomadas en años consecutivos. El mural muestra la silueta de una estructura en estado deplorable que vemos ya colapsada en la fotografía que lo acompaña. El artista toma acción e interviene la fotografía en un intento poético por devolver al mirador derrumbado su función de mirar al mar. Ausente pero implícita está la indolencia que sumada al paso del tiempo ha marcado esta devastadora realidad. El video denuncia una situación de alarma al confrontar al espectador con la fuerza de la naturaleza, siempre presente en Vargas. Sedimentos de huellas dactilares palpitan y destellan recordando un pasado vivo, mientras que el mar de Macuto, siempre en movimiento, invita a la reflexión sobre las posibilidades que trae el futuro, tan fascinantes como aterradoras, tan amenazantes como esperanzadoras.
imágenes del mismo lugar tomadas en años consecutivos. El mural muestra la silueta de una estructura en estado deplorable que vemos ya colapsada en la fotografía que lo acompaña. El artista toma acción e interviene la fotografía en un intento poético por devolver al mirador derrumbado su función de mirar al mar. Ausente pero implícita está la indolencia que sumada al paso del tiempo ha marcado esta devastadora realidad. El video denuncia una situación de alarma al confrontar al espectador con la fuerza de la naturaleza, siempre presente en Vargas. Sedimentos de huellas dactilares palpitan y destellan recordando un pasado vivo, mientras que el mar de Macuto, siempre en movimiento, invita a la reflexión sobre las posibilidades que trae el futuro, tan fascinantes como aterradoras, tan amenazantes como esperanzadoras.
En un entorno donde las estructuras van
desapareciendo, sucumbiendo ante el paso del tiempo, el olvido y la
resignación, la obra de González es un esfuerzo por descubrir la historia como
una forma de ancla temporal en contra de la sumisión y la amnesia del presente,
una oportunidad para la contemplación y contrarrestar el olvido colectivo.
Nueva York, 2018
La desaparición. Acción en la clausura del Premio Eugenio Mendoza.